Reflexiones, Viajes, Vivir en Francia

Miedo a volar

Aeropuerto Ciudad de México

No siempre le tuve miedo a los aviones. Antes, era un acontecimiento memorable y evoco la felicidad que sentí al ver las nubes tan de cerca a mis 9 años, a principios de los años 90, en aquel primer – y único- viaje que hicimos en familia, de Guadalajara a la Ciudad de México.

El regreso a casa fue casi tan largo como el trayecto en autobús pues nuestra salida se demoró varias horas por pésimas condiciones meteorológicas. Recuerdo la tierna condescendencia – tan habitual en el Osito Charmín– al comprarnos a la BeibiMaiGad y a mí unos sombreros blancos con encaje y flores sintéticas de colores chillantes. Mi madre pegó el grito en el cielo al vernos con ese atavío de tan mal gusto y seguro la avergonzamos pero nos lucimos así en pleno aeropuerto, cual Catrinas enanas. La única digna y elegante – como siempre- fue Meli, pues era un bebé.

En mi época universitaria, fui una estudiante foránea con privilegios tales como la televisión por cable y adquirí el mal hábito de comer y ver TV al mismo tiempo. Todos los días, antes de ir a clases, veía un morboso programa titulado «Catástrofes aéreas» en Discovery Channel sin calcular el impacto que esa emisión tendría en mí.

Hoy, veintitantos años después de mi primer vuelo, le tengo pánico a los viajes en avión.

Tal vez esta revelación sorprenda a aquellos que me conocen, saben que adoro viajar pues además he tenido la suerte ir de un lado hacia otro. No soy viajera frecuente y hago lo posible por ir cada año a México y de hecho sí, adoro hacerlo… pero cada trayecto me aterra. Semanas antes del viaje no duermo, me hace falta el aire, siento un nudo en el estómago y sólo pienso en el vuelo con una imaginación negativa desbordante.

«Atraes lo que piensas»… y entonces le tengo más miedo a mis miedos : un círculo vicioso horrible.

Después de mis años universitarios hice algunos viajes sola y tomaba pastillitas de alprazolam que me noqueaban del despegue al aterrizaje. Luego, en una época en la que la clase turista gozaba del ‘all you can drink‘ en compañías como Continental Airlines – en la cual ahora uno paga aparte las bebidas alcohólicas- ya acompañada del Rey, bebía tanto vino tinto como podía con el fin de aligerar la aprehensión y dormir un poco; él no tiene fobia pero tampoco se siente tranquilo encerrado en un avión durante tantas horas.

Hoy, al viajar, debo estar alerta para mi hija así que no puedo recurrir a tales artimañas para sosegar el pánico – que empeora con los años. El miedo impide que goce del trayecto como antaño, cuando admiraba los logros de la ingeniería y disfrutaba con plenitud el viaje en avión, sobre todo un vuelo intercontinental.

Será poco chic admitirlo pero tengo miedo de ser consciente de que me quedan minutos de vida y ningún recurso para impedirlo, sentir el desplome y que me duela. Envidio tanto a aquellos que están acostumbrados y abordan sonrientes, se acurrucan y duermen la mayor parte de un vuelo de 12 horas. Ven películas, leen o escuchan música…

Yo no puedo ni ver tele, ni dormir, ni relajarme. Menos cuando hay turbulencias. Sudo, me pongo pálida, quiero vomitar… es algo tan íntimo y penoso que disimulo muy bien pues no me gusta dar espectáculos.

Ciudad de México vista desde un avión
Ciudad de México vista desde el avión

Cada viaje a México conlleva 3 aviones: 3 despegues, 3 aterrizajes. Sufro mucho en los primeros dos vuelos y ya en el tercero me siento más cómoda como si mi mente fóbica dijera: «ya la hice, ya atravesé el océano, sólo queda una hora«.

Respirar es difícil así que la relajación nunca me ha funcionado pues mi cuerpo está alerta y cada movimiento del avión me trae al instante presente. Por lo general llego con el cuello rígido y unas ojeras terribles después de tantas horas sin dormir pero con la sonrisa franca al pisar tierra, sana y salva. Pienso en estadísticas y sé que corro más riesgos al ir al supermercado en automóvil que como pasajera de un vuelo intercontinental. Pero es una fobia y como tal es irracional…

Dicen que la mejor terapia es enfrentarse a sus miedos lo que para este inicio de aerofobia sería viajar, viajar y viajar. Hace unos años esa solución me habría hecho vibrar de emoción pero hoy, si debo trasladarme, pienso en el trayecto y prefiero quedarme en tierra, conducir o tomar el tren. Para México no me queda de otra…

En vías de sanar, doy el primer paso al aceptar que tengo un problema. Decidí emprender un trabajo interior para sentirme tranquila la próxima vez que viaje y en mi búsqueda encontré varios sitios que ofrecen cursos gratuitos para combatir el miedo a volar  y otras herramientas interesantes como un radar de vuelos en línea, para relativizar las cosas. Aún no me funcionan… ya veremos… ya te contaré…

8 comentarios en “Miedo a volar”

  1. ¡Hola!
    Yo también sufro mucho cuando subo un avión y al igual que tú pienso en lo peor que puede pasar y en lo que podría sentir si el avión cae. Me identifico por que yo también veía el programa «catástrofes aéreas» 😦 y creo que empeoró mi miedo. Cada vez que voy a un aeropuerto en vez de sentir felicidad por que voy a viajar estoy preocupada en si habrá turbulencias y me pregunto por qué la gente sube tan contenta al avión. Me gusta viajar mucho y no me acostumbro a los aviones pero con el tiempo he aprendido a tranquilizarme un poco cuando vuelo =)
    Buena suerte!!

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    1. quién nos manda ver esas cosas no ? sí, yo creo que fue a raíz de tantos programas de esos que se me creó este miedo que empieza a ser un gran problema 😦 Saludos ! 😀

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  2. Es normal el miedo al vuelo en avión. Estamos ante un hecho que la humanidad consideró imposible “científicamente” hasta que los hermanos Wright demostraron lo contrario y eso, quiérase o no, ha condicionado nuestro subconsciente.
    Has dado un gran paso en la dirección correcta al aceptar tu fobia. La aceptación es el principio de un cambio verdadero. Aciertas además al reconocer que lo único que hay que temer realmente es al miedo mismo (la frase es de Roosevelt si mal no recuerdo).
    Por otra parte, piensa en lo relativo de las cosas. ¿Por qué el temor irracional de viajar en una nave? ¿Acaso no viajamos en una gigantesca llamada tierra y a una velocidad de vértigo?
    Yo también tenía ese mismo temor (casi puedo decir que te lo heredé en los genes) pero descubrí algo que debes considerar para que te cures definitivamente: tener confianza en un poder supremo del que somos criaturas y que es todo Amor (llámale Dios, Mente Universal, Gran Arquitecto del Universo, etc.). Creer en ese poder supremo y ABANDONARTE a su VOLUNTAD, es la clave para curar todos los males que nos amenazan.
    Hay un componente egoísta en el hecho de temer porque demostramos que nosotros y sólo nosotros confiamos en nosotros. Por eso, quizá de manera inconsciente creemos que las cosas pueden fallar. Cuando se confía en un poder superior y deja uno en “sus manos” nuestro destino todo se arregla.
    Me llevó 60 años de vida descubrir esta simple verdad, hoy te la comparto con todo el amor que te tengo. Besos.

    Papi.

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  3. Hola, no pude estar más identificaa contigo en cuanto leí lo mal que la pasas. Yo sufro de lo mismo y como dices semanas antes estoy insoportable con los demás y conmigo misma. Al final viajar a México debería se un vuelo de lo mas agradable, pero lo sufro. Al igual que tú intento relajarme, pero un mínimo movimiento y sudo, me pongo nerviosa y empiezo a respirar para tratar de olvidarme un poco de todo. He recurrido a pastillas y al vinito famoso pero nada logra que supere éste miedo. Lo incongruente es que me encanta viajar y he volado mucho.No sé como «curar» este miedo.

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